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MÉRIDA DE YUCATÁN VII AVES

Un personaje poco conocido que acompañó a John Lloyd Stephens en su viaje a Yucatán fue el doctor Cabot, del cual Stephens menciona que era un cirujano de una gran ciudad, Boston; conocedor de los avances de la ciencia, que amaba su trabajo, y era gran admirador de los pájaros, es decir, un ornitólogo aficionado. Así preparándose para su viaje a Yucatán, Cabot en sus grandes cofres llenos de botas, lámparas, armas, binoculares y todo lo necesario para su expedición, trajo cuidadosamente envueltas entre sus ropas sus instrumentos quirúrgicos y algunas medicinas, todo esto bien protegido como le había aconsejado Stephens.

Desde que salimos del pueblito de Sisal, la planicie estaba inundada por más de una milla, los caballos caminaban con las piernas totalmente cubiertas de agua. El doctor Cabot iba sólo en la primera calesa, y pronto se dedicó a cazar aves para su colección privada y otras colecciones que le habían encargado raros ejemplares: garzas, patos, pelícanos, todos ejemplares raros en las colecciones de su país, pero para su sorpresa, se encontró el primer día de su viaje con el pavo ocelotado (Meleagris ocellata) que era el objeto principal de su visita a Yucatán, ya que en esos años solamente existían en el mundo dos ejemplares disecados en las colecciones más famosas. Así, contento de haber obtenido el premio grande desde el primer día de su estancia en Yucatán, el doctor Cabot continuó su viaje tierra adentro. Posteriormente capturó dos ejemplares de ésta rara ave que en aquellos años abundaba en Yucatán, mismos que envió vivos a los Estados Unidos pero que desafortunadamente desaparecieron en el trayecto.

Durante su viaje entre octubre de 1841 y junio de 1842, observó y clasificó numerosos especímenes que encontró o que le llevaron amigos y admiradores, desde chachalacas, palomas, pájaros carpinteros hasta otros curiosos como el Tinamus Variegatus, al cual los yucatecos domesticaban y guardaban en sus casas por que matan alacranes y otras alimañas. Otra especie maravillosa es la Crax Rubra o el gran Kambul como lo conocemos el día de hoy. También menciona a los trogones, cuyo plumaje azul y verde fue de gran importancia para los antiguos mayas para las ceremonias de ascenso al poder de los señores. Así, puntualmente fueron asentadas las especies y variedades en su Memorandum For The Ornithology of Yucatán. Como mencioné anteriormente Stephens narra cómo un familiar agradecido le llevó al doctor Cabot, cuando estaba operando de una pierna a un trabajador de la hacienda Uxmal, un tucán pecho amarillo.

Es tal la variedad de aves, que se han listado alrededor de 540 especies en la península de Yucatán, de la cual el 40% son especies migratorias, muchas de las cuales permanecen todo el invierno en la península ante la abundancia de alimento y agua antes de regresar a veranear en otras partes del continente.

La pequeña ciudad de Mérida en esos años, 1841-42, tenía alrededor de 23 mil habitantes, entonces estaba alejada del mundo de la ciencia, y pocos extranjeros llegaban hasta acá. El doctor Cabot, procedente de la moderna Boston, estaba al día con los avances de la medicina en el mundo, y conocía la nueva técnica recién descubierta por el doctor Guerín, para curar el estrabismo (biscos). Al notar que en la ciudad existía una gran cantidad de personas con esta condición, se ofreció a practicar gratuitamente a quienes desearan a ésta nueva “cirugía”. Sin respuesta de ningún interesado, prepararon sus maletas para proseguir su exploración por la península, pero un día antes de su partida se presentó un amigo que los había ayudado en varias situaciones durante su estancia en Mérida, suplicando opere a un joven bien parecido, bien vestido y de buenos modales, quien vino acompañado de varios familiares, y del doctor Vado (un médico guatemalteco graduado en París, quien era el médico más prestigioso de la ciudad). Pronto se llevó a cabo ésta primera y exitosa operación de la cuál Stephens y su compañero Catherwood fueron ayudantes. Con éste éxito tremendo, el mismo día se llenó de peticiones de gente menos valiente que deseaban someterse a la cirugía: niños, jóvenes, hombres y mujeres, hasta un militar que sufría el estrabismo en ambos ojos; gente de condición pobre, media y poderosa; así, después de hacer los arreglos necesarios para prolongar su presencia en Mérida, invitaron a los doctores Vado, Muñoz y demás galenos de la ciudad, a aprender ésta técnica quirúrgica; invitaron también al entonces gobernador del Estado, don Santiago Méndez, y a otros personajes que asistieron a un día de cirugías consecutivas… todas bien logradas, y con llanto de pacientes y familiares.

A partir de éste día, y durante toda su estancia en Yucatán, los meridanos al verlos en la calle, se referían al doctor Cabot con el sobrenombre de “el que cura biscos”.

En Mérida de Yucatán tenemos una gran cantidad de aves durante todo el año, alimentándose de los frutos de los árboles o en las altas palmeras de la ciudad. Frecuentemente en la naranja que poseemos en un jardín de Tecnología Turística Total admiramos a los orioles (yuyas) con su intenso plumaje amarillo anaranjado llamando a sus parejas, es todo un rollo; otras veces nos visita un colibrí o un carpintero que seguramente habita uno de los frondosos árboles del centro; también los tzentzontles nos visitan entre las ramas de la naranja y la cajera, o en las palmas, y hasta nos han dejado algunos nietos para cuidar.

Pero en dos ocasiones hemos quedado sorprendidos, boquiabiertos, perplejos, cuando nuestra sobrina Bertha Lucía Rosado Acal nos trajo un toh (mot-mot) lastimado que había entrado a su casa, posiblemente huyendo de un gato, en fin, lo guardamos en un salón vacío durante una semana, y ya repuesto y alimentado lo dejamos volar, recobró su libertad seguramente con una gran sonrisa. Pero naturalmente no pudimos resistir la tentación de tomarnos la fotografía verdaderamente histórica por que el toh es un ave nerviosa y de gran velocidad. Como en la primera ocasión, la misma Bertha nos trajo un segundo toh que también una vez curado lo liberamos entre aplausos de los jóvenes que atestiguaron el momento.

El toh (mot-mot) cuyo plumaje azul y negro intenso adquiere un color turquesa brillante bajo los rayos del sol, durante el verano se guarda en pozos o cuevas evitando el calor extremo, es a partir de octubre hasta febrero o marzo que se encuentra en las afueras de la ciudad, por lo que es cosa rara haber podido disfrutar dos veces de ellos.

Los habitantes de nuestra blanca ciudad disfrutamos desde hace más de dos décadas de diferentes grupos de pericos, o loros, de frente amarilla, y otras variedades, algunos de los que comúnmente en Yucatán llamamos tabasqueños por ser más grandes, parvadas de hasta 14 ejemplares que se pasean por la ciudad, a veces nos despiertan sus ruidos y pleitos, y hacia la puesta del sol se les escucha de regreso dirigiéndose a sus árboles favoritos. Todos éstos loros y otras aves que han sido reportadas en Mérida, como el caso del algunos tucanes, son descendientes de las aves que se escaparon de su confinamiento en las casas de Mérida durante el paso del ciclón Gilberto en 1988. Gracias a Dios tenemos tantos árboles frutales en la ciudad, y después de la buena lluvia de ayer 18 de mayo de 2016, nuestros pájaros citadinos pronto tendrán más alimentos.

Galería fotográfica.

pájaro toh

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capintero

cardenal

Oreolnaranja

pavooceletado

Lic. Jorge Carlos Rosado Baeza.
Lic. Luis Carlos Rosado Van der Gracht.
Para los alumnos de Tecnología Turística Total, A.C.